
Chequeos
Debido a la propia naturaleza de la piel, al paso del tiempo y a la radiación solar todos los seres humanos tenemos lunares, lentigos actínicos, queratosis seborreicas o puntos rubí. Este tipo de lesiones forman parte de una piel normal y tienen su evolución natural, pudiendo presentar cambios a lo largo de su existencia. Pese a que la mayoría de lesiones de la piel son benignas, en países de exposición solar como en los del Mediterráneo, hay una alta incidencia de cáncer de piel y de lesiones cutáneas premalignas con riesgo de degenerar a cáncer. Cabe destacar, además, que la frecuencia del cáncer de piel ha presentado un aumento muy considerable en personas jóvenes.
Por estos motivos es recomendable que, en condiciones normales, cada persona pase como mínimo un control dermatológico anual. Si se presentan muchos lunares o existe riesgo personal o familiar de cáncer de piel, la frecuencia mínima es cada 3 – 6 meses.
En la actualidad, en Dermatología se emplea la dermatoscopia o epiluminiscencia como herramienta básica de exploración de las lesiones cutáneas, puesto que permite un diagnóstico precoz y mucho más preciso del cáncer de piel. Se realiza un examen de todas las lesiones de la piel mediante una lupa de aumento con luz polarizada (dermatoscopio). Si el paciente presenta muchas lesiones cutáneas de riesgo o antecedentes personales o familiares de cáncer de piel, se emplea la dermatoscopia digital (Fotofinder®). Mediante esta técnica es posible hacer un mapa digital de todas las lesiones del paciente con una cámara de gran aumento y permite controlar su evolución mediante microfotografías y análisis de patrones estructurales. Esta técnica requiere una visita pausada y una exploración meticulosa, que durará aproximadamente media hora en función del número de lesiones del paciente.
Realícese un chequeo cutáneo completo mediante dermatoscopia como mínimo una vez al año o ante cualquier cambio en alguna lesión en su piel para reducir el riesgo de cáncer cutáneo.