El movimiento repetitivo o mantenido de los músculos del rostro acaban dejando una huella definitiva en forma de arrugas y surcos en la piel. Este tipo de arrugas es especialmente frecuente en mujeres y hombres con mucha expresividad facial o que suelen mantener un tono de base tenso en su expresión. Las arrugas que aparecen con mayor frecuencia debido a estos motivos son las que se sitúan de forma horizontal en la frente, vertical entre las cejas y radiales en el extremo externo de los ojos (‘patas de gallo’). Este tipo de arrugas pueden ser superficiales y aparecer sólo en el momento de la contracción de los músculos, o bien profundas y constantes aunque no se modifique la expresión facial.
Para tratar estas arrugas y surcos resulta especialmente efectivo relajar la musculatura mediante el uso de toxina botulínica. Esta molécula permite que la contracción de algunos músculos faciales seleccionados sea menos intensa y que, por lo tanto, desaparezcan o disminuyan las arrugas secundarias al exceso de expresión. Los efectos de la toxina botulínica son perceptibles al cabo de 24 horas, y óptimos a los 15 días del tratamiento. Su duración es variable entre los pacientes, aceptándose de término medio unos 6 meses.
Si la aplicación de toxina botulínica es precisa y meticulosa, pueden obtenerse resultados muy positivos y con un aspecto resultante muy natural, habiendo eliminando de forma discreta las arrugas sin modificar la expresión propia del rostro.
→ La toxina botulínica está aprobada por la FDA (Food and Drug Administration, EUA) para el tratamiento de las arrugas faciales por su calidad y su perfil de seguridad.
Referencias bibliográficas
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